
Recuerdo cuando nos conocimos. Éramos compañeros de estudio. Yacía recostada a tu espalda tu cabellera dorada como el girasol o el son naciente, cual obelisco, acoplado por tu suave piel de seda o el océano atrapado en tus ojos multicolor.
Éramos compañeros del mensaje de la libertad, de las interioridades, la personalidad, la conducta, los sentimientos, las emociones, la mente y el cuerpo. De manera, pues, éramos colofón del ser que respira.
Autor Jesús María Solís Medina
Santo Domingo, República Dominicana.
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